La verdad que es un libro súper interesante en clave feminista que se lee enseguida. En mi caso, me bastó una lluviosa tarde de Diciembre para leérmelo del tirón. Está publicado en pequeño formato, tiene 9 capítulos y a pesar de su reducido tamaño, la autora nos hace un exhaustivo recorrido sobre el papel, o mejor dicho, la ausencia de papel de la mujer, en el mundo literario. El estilo es claro y conciso y la obra está acompañada de varias imágenes muy inreresantes como la publicidad de los años 50. De las propias autoras hay pocas, debido, según exponen en el libro, a que casi siempre aparecían con sus respectivos maridos o parejas.
Al principio la autora, nos pone en contexto sobre el papel histórico de la mujer, pero no sólo en el ámbito literario sino a nivel más general, relegado siempre a un segundo plano al ámbito doméstico y familiar. Seguidamente, nos habla de la educación de la mujer, siempre pensando en la satisfacción del hombre, para enlazar con aquellas mujeres que estaban casadas con genios literarios, las cuales tuvieron que sufrir carros y carretas en pos del prestigio de sus maridos. En este apartado, me sorprendió mucho la vida de Sofía Behrs la mujer de Lev Tolstoi. Otro apartado correspondería a las autobiografias de las propias mujeres las cuales nunca tuvieron el peso ni el reconocimiento de la crítica. El capítulo de las secretarías da mucho de sí y es muy interesante, al igual que el que se analiza aquellos textos firmados con Anónimo.
Una de las cosas que más me gusta del libro es que la autora nos ofrece un montón de información sobre el tema, es decir, al final de varios capítulos nos da títulos de obras que llaman mucho la atención, por lo que te anima a seguir leyendo libros sobre grandes mujeres. Yo no conocía a muchas de ellas y la verdad es que me he quedado con ganas de más.
Es un libro poco conocido que bien merece más publicidad, por que el contenido lo vale. Un olé por Raquel Presumido, por que me ha encantado el libro y recomiendo su lectura a todo el mundo, hombres y mujeres, para que no nos olvidemos de las dificultades que han sufrido nuestras antepasadas y de esta manera, confirmar su papel y aportaciones a la sociedad.
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Yo me aventuraría a pensar que "Anónimo"
quién escribió tantos poemas sin firmarlos,
fue a menudo una mujer. Virginia Woolf
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