17 de mayo de 2016

Elisabeth, Emperatriz de Austria-Hungría

Hace poco tuve la suerte de ir a Viena, y empaparme de sus colosales monumentos y palacios. Destacan dos, el Hofburg, el palacio de invierno del emperador Francisco José I, y Elisabeth, más conocida como Sissí, y Schonbrunn, el palacio de verano. Allí pude comprobar toda la historia de la dinastía de los Habsburgo y acercarme más a la figura de Sissí, la penúltima emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría.
La escritora Ángeles Caso recopila en un libro el diario de Sissí. En la introducción de dicho libro, nos cuenta que como la mayoría de las personas que vivieron en el convulso siglo XIX, Sissí llevó en vida un diario, que fue quemado después de su muerte, como era su voluntad, por su amiga Ida Ferenczy. Por tanto, el consiguiente libro es una recopilación de las biografías que se han escrito posteriormente sobre la emperatriz.
El siglo  XIX estuvo marcado por las guerras y los nacionalismos, los pactos y las traiciones en una Europa donde las transformaciones sociales y políticas estaban a la orden del día.
Isabel Amalia Eugenia Duquesa de Baviera (1837- 1898) se casó con su prima Francisco José I en contra de su voluntad, de hecho, iba a ser su hermana Helena quien ocupara inicialmente su puesto como futura emperatriz. Sissí nunca se acostumbró a la rigidez de la corte de Viena, por lo que daba largos viajes alrededor del mundo, era una nómada incansable, nunca estaba más de dos semanas en el mismo lugar. Su vida estuvo marcada por la tragedia de ver morir a su primera hija Sofía,con años a causa del tifus, y posteriormente, el suicidio de su hijo Rodolfo a los 30 años, quién iba a ser el heredero del trono. Este suicidio pasó a la historia como el crimen de Mayerlin, ya que está la teoría de que en realidad no fue un suicidio sino un asesinato propiciado a través de los servicios secretos de Viena (Rodolfo mostraba unas ideas liberales muy contrarias al régimen de su padre). La única fuente de ilusión para Sissí fue su hija Valeria, a la que pudo criar ella misma y llamaba cariñosamente, mi Kedvesen, mi niña húngara en húngaro. A síssí le salieron muchos detractores por mostrar siempre públicamente su amor hacia Hungría. Famosas son también sus aficiones de montar a caballo en innumerables cacerias, y pasear durante ocho horas cada día con su séquito, el cual lo pasaba más que mal para seguir el ritmo de la emperatriz. Este afán de estar en forma le causaría más de un susto, de hecho se hizo poner en sus aposentos unas anillas para hacer gimnasia ella sola, todo con tal de no sobrepasar los 50 kilogramos de peso. Sólo se alimentaba de fruta y zumo, por lo que sufría desmayos y fuertes dolores de espalda. Sissí nunca estuvo enamorada del emperador, aunque se querían, pero no de la forma más pasional. De hecho, Sissí le facilitó al emperador una amistad muy profunda con una conocida actriz.
Sissí fue asesinada mientras paseaba por el puerto de Ginebra por un pobre obrero anarquista, que encima tenía la intención de asesinar a Luis de Orleans, pero como éste al final no acudió a Ginebra fue la pobre Sissí la fatal sustituta. Luigi Lucheni fingió tropezarse con Sissí y su primera dama, cuando varios minutos después Sissí se desplomó. Lucheni le había apuñalado suavemente sobre el miocardio, suficiente para causarle la muerte. A los dos años Lucheni se suicidó con un cinturón en su celda.A Sissí la enterraron con todos los honores en la Cripta Imperial, en contra de su deseo de ser enterrada en la isla griega de Corfú, en el palacio Aquilleion (palacio construido en honor a Aquiles, uno de sus héroes griegos preferidos),  como indicó en su testamento.

Abajo, el vals que compuso Johan Strauss con motivo del cumpleaños de Sissí.




Y por último, una de las películas protagonizada por Romy Schneider, una joven actriz vienesa que nunca logró desencasillarse de este papel. ¡Qué películas tan guapas! ¡No veo el momento de volver a verlas!




Sissí: -¡Pero no se puede convertir a los amigos en enemigos!
Francisco José: - Se puede si se debe
Me sentí confusa. ¿Existe acaso algo más importante que aquello que nos dicta el corazón…? No logro entender a las gentes de Viena.


A bordo del Miramar, Corfú, 12 de Agosto de 1876

Los seres humanos somos torpes y necios. Tenemos la desgraciada costumbre de hundirnos en las miserias ignorando la dicha. Durante quince años, he vivido de espaldas al paraíso, como si hubiera olvidado que este lugar existía, y ahora, de nuevo aquí, el mismo rumor del agua, los mismos cipreses que brotan sobre las colinas como plegarias, el mismo sol que un día curó mi enfermedad, reconfortan mi cuerpo y mi alma, embalsamándolos….
Tal vez me quede aquí para siempre. Tal vez me convierta en roca, en alga, o en cagarruta de cabra. Cualquier cosa con tal de no ser emperatriz.



Sissí: “La necedad y la ignorancia pueden hacer mucho daño.”

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