DONDE VIVIA Y PARA QUE
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Quisiera
decir a mis semejantes: en cuanto os sea posible, vivid libres y sin
compromiso. No hay gran diferencia entre verse comprometido por una granja o
por la cárcel del condado.
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Estar
despierto es estar vivo.
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Se
vive demasiado rápido.
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Fui
a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme sólo a los
hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que la vida tenía que
enseñar, y para no descubrir, cuando tuviera que morir, que no había vivido. No
quería vivir lo que no fuera la vida, pues vivir es caro, ni quería practicar
la resignación a menos que fuera completamente necesario. Quería vivir con
profundidad y absorver toda la médula de la vida, vivir de manera tan severa y
espartana como para eliminar lo que no fuera vida, abrir un amplio surco y arrasarlo,
arrinconar a la vida y reducirla a sus términos inferiores y, si resultaba
mezquina, coger toda la genuida mezquindad y hacerla pública al mundo; o, si
era sublime, saberlo por experiencia y ser capaz de dar cuenta de ello en mi
próxima excursión.
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El
tiempo no es sino la corriente donde voy a pescar.
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La
inteligencia es un cuchillo afilado, discierne y penetra el secreto de las
cosas. No deseo estar más ocupado con mis manos que lo necesario.
LEER
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Leer
bien, es decir, leer verdaderos libros con un espíritu verdadero, es un noble
ejercicio, y ocupará al lector más que cualquier ejercicio estimado por las
costumbres del día. Requiere un entrenamiento como el de los atletas.
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Los
libros son la riqueza atesorada del mundo y la herencia apropiada de las
generaciones y naciones.
Los libros, los más antiguos y mejores, perduran
natural y legítimamente en los estantes de cualquier casa.
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Nos
alimentamos mal, vivimos vulgarmente y somos analfabetos; al respecto, confieso
que no hago una gran distinción entre el analfabetismo de mis conciudadanos que
no saben leer y el analfabetismo del que ha aprendido a leer sólo lo que
resulta apropiado para niños e inteligencias débiles.
SONIDOS
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El
eco es, hasta cierto punto, un sonido original, y de ahí su magia y encanto. No
es sólo la repetición de lo que era digno de repetirse en la campana, sino en
parte la voz del bosque, las mismas palabras y notas triviales cantadas por una
ninfa.
SOLEDAD
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Creo
que a los hombres aún los asusta un poco la oscuridad.
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Me
encanta estar solo. Nunca he encontrado un compañero tan sociable como la
soledad. En gran medida estamos más solos cuando vamos acompañados al extrajero
que cuando nos quedamos en nuestra habitación. Un hombre que piensa o trabaja
está siempre solo, donde quiera que esté. La soledad no se mide por las millas
de espacio que separan a un hombre de sus semejantes.
VISITAS
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En
cuanto a los hombres, no faltan en ningún lugar. Tuve más visitantes mientras
viví en los bosques que en cualquier otro periodo de mi vida; quiero decir que
tuve algunos.
LA CIUDAD
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Hasta
que no nos perdamos o, en otras palabras, hasta que no perdamos el mundo, no
empezaremos a encontrarnos a nosotros mismos y a advetir dónde estamos y la
infinita extensión de nuestras relaciones.
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Estoy
convencido de que si todos los hombres vivieran con tanta sencillez como yo lo
hice, el hurto y el robo serían desconocidos. Éstos sólo tienen lugar en
comunidades en que unos tienen más de lo suficiente, mientras que otros no
tienen bastante.
LEYES SUPERIORES
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Toda
nuestra vida es sorprendentemente moral. No hay un instante de tregua entre la
virtud y el vicio. La bondad es la única inversión que no falla.
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