4 de febrero de 2017

Mis cosas. Lo imprescindible para vivir.

En esta tarde de sábado ventoso, lluvioso y nada caluroso, me acabo de ver un documental que me ha parecido muy pero que muy interesante. Trata sobre el tema que a mí tanto me interesa, el consumismo. En esta sociedad que te invita a comprar sin descanso, es difícil hacer un stop y pararse a pensar qué valor tienen realmente las cosas para nosotros. ¿Son realmente nuestras cosas las que nos define como persona? ¿Son nuestra carta de presentación? ¿Las necesitamos profundamente para vivir una vida completa y feliz?
El protagonista del documental se llama Petri y vive una crisis existencial. Tiene 26 años, le ha dejado la novia, una hipoteca enorme y unas tarjetas de crédito en números rojos. En su piso podemos encontrar mil y una cosas que se supone hacen feliz a Petri. Digo se supone porque Petri no es feliz, y para solucionar este vacío en su interior decide realizar un difícil experimento. No es nada fácil hacer lo que hizo Petri. La mayoría de nuestros familiares y amigos siempre nos dirán que es muy extremo o qué necesidad hay de sufrir de esa manera. Pero voy al experimento. El citado experimento tiene tres reglas:
1. Durante un año todas sus pertenencias materiales estarán guardadas en un almacén.
2. Sólo podrá recuperar una cosa al día.
3. Está prohibido comprar nada nuevo.

Y Petri, a lo largo y ancho de un año entero, llegará a conclusiones muy interesantes.
Hoy en día, vivimos en una sociedad en la que siempre estamos necesitando cosas, siempre hay algo que cambiar de la casa, siempre hay ropa guapa de temporada, siempre hay mil y un caprichos varios, que al final, acaban en una estantería (por ejemplo) apilados sin pena ni gloria. Yo soy la primera que reconozco que a veces caigo en esta vorágine consumidora, que me agobio porque quiero cambiar mi casa entera aunque tenga de todo, porque el problema es, que siempre va a ver millones de cosas más guapas, prácticas o baratas que lo que tienes tú. Y claro, hay que comprarlo.
Cada vez hay más movimientos, como el zero waste, el minimalismo o el ecologista, que predican con un consumo responsable, aunque lo mejor es pararse a pensar si realmente lo necesitamos, reparar las cosas rotas, hacer trueque, comprar en el negocio de segunda mano o simplemente, no comprar.
El a la vez pequeño gesto, por ser uno nada más, pero grande al mismo tiempo por la repercusión que implica en nuestras vidas, que es el consumo responsable, debería estar más presente en tod@s nosotr@s, así ganaríamos en simplicidad y tiempo, y sobretodo, felicidad.



"Se está bien cuando las personas no pueden contactar contigo. Te hace más libre."

"La vida no está hecha de cosas."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Dale vidilla al asunto!