21 de abril de 2012

The Beats

The Beats, es una crónica y un fiel reflejo de cómo surgió la Generación Beat. Los encargados de llevar a cabo esta empresa son Karvey Pekar, conocido por American Splendor o Macedonia y su colaborador al dibujo, Ed Piskor. El comic se centra en Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, ofreciéndonos una descripción completa de sus personas y sus interesantes vidas. La verdad es que me ha encantado poder conocer más a fondo a estos polémicos escritores, los cuales fueron considerados "malditos" en muchos paises debido al contenido extremadamente realista/sexual de sus obras. Pero empezaré por el principio.
¿Quiénes fueron la Generación Beat y qué les diferencia de los demás poetas de su tiempo?
La Generación Beat nació entre la finalización de la II Guerra Mundial y la expansión de la sociedad de consumo en los 50. Pero también fue un estilo de vida donde la experimentación literaria, las drogas, la libertad sexual y la música son los pilares de este movimiento. Además de los autores citados anteriormente también pertenecen a esta Generación Beat: Michael McClure, Philip Whalen, Robert Duncan, Leroi Jones... y más autores que no han sido tan mundialmente conocidos como los tres protagonistas del comic. La palabra Beat surgió de Kerouac y su lema era: "Todo me pertenece por que soy pobre".
La idea que yo tenía de la Generación Beatnik era la básica que tenía todo el mundo, escritores bohemios que se dedicaban a viajar y a vivir la vida loca. Leí En el camino hace muchos años y recierdo que me gustó mucho, su prosa es realista, ágil y bastante diferente a los libros que había leído. Pero mi conocimiento se quedaba allí.
Pues como nos cuenta el comic, la vida de estos tres escritores se une y se mantiene unida a través de los años, aunque uno esté en la India, otro en América y el otro en Tánger. Tuvieron una asidua correspondencia donde se contaban sus avances y nuevas técnicas a la hora de escribir. Una de ellas era escribir bajo los efectos de la droga durante horas enteras sin descanso alguno.
A los tres les llegó tarde el reconocimiento internacional, aunque Kerouac fue el primero en morir y el que menos disfrutó de ese reconocimiento tan ansiado. De Allan Ginsberg me impresionó su activismo por los derechos humanos y su especial interés por el budismo. Su obra máxima es Aullido, un poema donde cuenta la caótica vida de su grupo de amigos.
Y sobre Burroughs la verdad es que se pueden decir mil cosas. Mató a su mujer (por que aunque fuera homosexual eso no fue un impedimento para casarse) cuando ambos estaban borrachos e intentaron emular a Guillermo Tell. Pero en vez de acertar, Burroughs le dió en la frente matándola al instante. Viajó mucho pero tuvo predilección por Tánger, ya que las drogas y los chaperos eran baratos. Allí escribió Almuerzo desnudo, cuyo título se debe a Kerouac. Otra obra suya que es importancionar es Yonki, donde cuenta en primera persona todos los estados y efectos de las drogas. Era un amante de las armas y pronto se convirtió en un icono para las estrellas del rock del momento, como Bob Dylan, The Doors, Patty Smith..etc Hizo numerosas colaboraciones con muchos artistas lo que le ayudó a expander aún más su popularidad. Burroughs y Ginsberg pudieron saborear las mieles del éxito, algo que a Kerouac le supo a poco dada su temprana muerte.
Algo que me choca y no llego a comprender son las ideas derechistas, homófogas o anti-semitistas de estos autores...
Para terminar, sólo puedo decir que Aullido y Almuerzo desnudo son mis próximas lecturas, y que este es un cómic muy bueno, ya que la temática es de lo más interesante y lo realizan autores tan buenos como Pekar o Piskor, ya veteranos en el mundo de la viñeta.

Aquí tenemos a Burroughs recitando un poema de Jin Morrison. Is everybody in?



Is everybody in?
The ceremony is abaut to begin.

Ah! Se me olvidaba. En you tube hay un documental sobre la vida de William S. Burroughs, que se llama A man within.

Abajo, parte de un poema de Ginsberg que me hizo gracia.

Un supermercado en California

   Qué cosas he pensado de ti esta noche, Walt Whitman, mientras caminaba por calles laterales bajo los árboles con un dolor de cabeza, autoconsciente, mirando la luna llena.
En mi hambriento cansancio y en busca de imágenes que comprar, entré al supermercado de frutas de neón, ¡soñando con tus enumeraciones!
 ¡Qué duraznos y qué penumbras! ¡Familias completas comprando de noche! ¡Pasillos repletos de maridos! ¡Sus esposas entre las paltas, los bebés en los tomates! ––y tú, García Lorca, ¿qué hacías allá abajo junto a las sandías?
Te vi Walt Whitman, sin hijos, viejo mendigo solitario, hurgando entre las carnes del refrigerador, mirando insistente-mente a los muchachos de la verdulería.
 Te oí preguntándoles a todos: ¿Quién mató las chuletas de cerdo? ¿A cuánto las bananas? ¿Eres tú mi Ángel?
Vagaba entrando y saliendo por entre los brillantes montones de tarros siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el detective de la tienda.
Dimos zancadas por los amplios corredores juntos en nuestra solitaria fantasía saboreando alcachofas, poseyendo cada una de las congeladas delicias, nunca pasando por el cajero.

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